VIA LIBRE - COLUMNA PERIÓDICO LA OPINIÓN
Posted: viernes, 23 de julio de 2010 by Isaias Romero P. inUN SECUESTRO REPUGNANTE
Por: Renson Said Sepulveda
Un nuevo acto repugnante que degrada aún más a la guerrilla del ELN: el secuestro de civiles. Y peor aún: el secuestro de defensores de derechos humanos que adelantaban una labor de acompañamiento humanitario en una zona olvidada por el Estado. Y peor todavía: el secuestro de cuatro mujeres jóvenes cuyo espíritu social de ayuda a comunidades vulnerables las había llevado por convicción moral a la zona de El Catatumbo de donde fueron retenidas contra su voluntad y secuestradas en un acto miserable que viola el Derecho Internacional Humanitario, los convenios de Ginebra y los estatutos de la Corte Penal Internacional que lo considera crimen de guerra.
Todo secuestro es repugnante y no tiene ninguna justificación. No se puede creer en una guerrilla que dice luchar por la libertad y la dignidad humana cuando su método de lucha consiste justamente en privar la libertad y pisotear la dignidad de cuatro mujeres indefensas ajenas al conflicto armado. Este no es un secuestro político, puesto que las cuatro mujeres (María Angélica González, Mónica Duarte, Nohora Guerrero y Lizabeth Jaime) no representan a ninguna ideología o partido político. Tampoco es extorsivo, puesto que al retenerlas la guerrilla nunca va a conseguir ni plata, ni zonas de distensión y mucho menos conseguirá alguna presión sobre el gobierno de Uribe: es un secuestro en sí mismo, es decir, sin ningún objetivo salvo el de desestabilizar a la población.
Y sienta un precedente grave: en delante cualquier hampón de vereda, cualquier paramilitar embriagado podrá retener a cualquier civil porque ya se ha irrespetado a la máxima autoridad moral de la zona: los defensores de los derechos humanos. Es por eso que la guerrilla debe liberar cuanto antes a estas cuatro mujeres y hacer una disculpa pública por un error que les saldrá caro: concitar el odio de la población.
Venimos de un gobierno represivo, de falsos positivos, de masacres en las que la fuerza pública se ha visto involucrada: un gobierno de derechas que entregó tierras a grandes terratenientes y dejó en la ruina a campesinos y pequeños empresarios. En ese ambiente de cultura traqueta y mafiosa del uribismo armado, los defensores de derechos humanos son una luz de esperanza para una sociedad que ha sido diezmada a sangre y fuego.
Estas cuatro mujeres no son una mercancía con las que se pueda negociar una liberación: son ellas el ejemplo más alto de solidaridad humana al que puede llegar un individuo ya que su juventud y talento están enfocados en tareas humanitarias que permitan el desarrollo de la comunidad.
Si hay un fracaso más grande para una guerrilla machista- leninista que no ha podido tomarse el poder en 40 años ni ha sido protagonista de los cambios sociales de país, es terminar sus días secuestrando mujeres indefensas, nerviosas y asustadas, como si eso fuera una victoria militar. Si todavía queda algo de dignidad en el antiguo Ejército de Liberación Nacional, pues que liberen de su ejército a estas cuatro mujeres para que la familia nortesantandereana respire por fin en paz.