Posted: viernes, 15 de octubre de 2010 by Isaias Romero P. in
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VIA LIBRE
VARGAS LLOSA: EL OFICIO DE ESCRITOR
Por: Renson Said Sepúlveda

Hay muchos Marios Vargas Llosa: está el novelista, el teórico de la literatura, el políglota, el cadete, el jovenzuelo que añadía capítulos de su propia cosecha a las novelas que leía para que no se le terminaran nunca; el político, el candidato presidencial, el incendiario, el de ideas liberales, el polemista de las artes, el profesor de Stanford y Oxford, el contradictor, el columnista, el ensayista, la vedette, el premio Nobel, muchos, ya digo, pero de todos los Marios Vargas Llosa que existen sólo me interesa hablar del intelectual. Importa poco si es intelectual de izquierda o de derechas. Lo que importa es si su orientación pasa por Sartre o por el Banco Mundial. Y en el caso de Mario Vargas Llosa su postura como intelectual es profundamente sartreana, es decir, de compromiso con la literatura y el mundo: hacer literatura no es alejarse del mundo, sino por el contrario, una forma muy exquisita y humana de comprenderlo: de entrar en él con furia para modificarlo.

Por eso escribe novelas. Por eso opina en periódicos del mundo entero y expresa su pensamiento e impone rabiosamente sus puntos de vista. Mario Vargas Llosa, como todo deicida, cree que el mundo está mal hecho y por eso construye grandes edificios verbales en los que suplanta a Dios y corrige la Creación. No cree que los poetas deban ser expulsados de la república, como pedía Platón, sino que piensa que deben gobernar el mundo.

Por eso, al cabo de los años, pasó de ser un escritor de provincias a convertirse en un intelectual que opina libremente sobre las cosas que afectan a su espíritu sensible. Un intelectual preocupado por su época, que le da la vuelta al mundo para ver de cerca una injusticia y denunciarla por el altoparlante de su prestigio; un intelectual como Zola (el de Yo Acuso), o como Sartre (en las revueltas del 68), es decir, un intelectual como conciencia crítica de la sociedad. Y ese espíritu crítico le viene de la literatura.

Quién se sumerge en la literatura (como le pasó a Alonso Quijano y a Emma Bovary) regresa a la vida convencido de que la realidad es más pobre, mezquina y limitada frente a aquellas magníficas historias inventadas por los novelistas. Por eso quien está satisfecho con el mundo no escribe novelas. El que lee novelas se rebela contra la vida, contra Dios y contra toda forma de autoridad.

Un ejemplo de ello ha sido Vargas Llosa quien, probablemente, sin la literatura hubiera sido Presidente de Perú, pero jamás se hubiera convertido en el crítico que tanto incomoda a los gobiernos totalitarios.

No es casualidad que en su juventud lo apodaran “el sartrecillo valiente”, aludiendo a su identificación con la postura moral y política de Sartre. Pero ahora, de lo que se trata es de cambiar el mundo, y la mejor manera de hacerlo es como recomienda Mario Vargas Llosa: leyendo novelas.

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Primera Pàgina de La Opiniòn

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