lea Poliitos en Fuga la màs reciente columna de Renson Said publicada en el Periódico La Opinión
Posted: jueves, 2 de diciembre de 2010 by Isaias Romero P. inVía Libre
Pollitos en fuga
Renson Said
Hace poco vi una caricatura en la revista Semana en la que Álvaro Uribe salía con cuerpo de gallina, llevaba las alas extendidas y entre ellas protegía a dos de sus pollitos: Bernardo Moreno y María del Pilar Hurtado. Y salían en fuga hacia el asilo político. Dos de sus pollitos que antes de serlo eran apenas huevitos engendrados y abrigados en los pechos de Uribe: amamantados ellos dos y el resto del establo con la habitual dosis de corrupción, espionaje y nepotismo.
Otra caricatura dibujaba al barco de la Seguridad Democrática hundiéndose en mar abierto y se veía a todas las ratas saltando en tropelía para salvar su pellejo. Porque todas las ratas saltan cuando el barco se hunde. O buscan asilo en países vecinos, da igual. Y el barco se hunde. O, para usar una metáfora más precisa, el establo quedó sin dueño y se están escapando los animales.
Los lagartos, por ejemplo. Y las gallinas. Y los sapos. Y los elefantes. ¿Por qué un lagarto como Sabas Pretelt sale del establo a pedir asilo en Costa Rica? ¿Por qué una gallina criolla como María de Pilar Hurtado no cacarea en Colombia sino que huye a otro establo más hediondo en Panamá? ¿No eran ellos los que promovían la Seguridad Democrática? ¿Y el sapo de José Obdulio? Salvador Arana, ese alacrán que nos representaba en Chile, fue condenado a 40 años encerrado en un establo de máxima seguridad por concierto para delinquir, desaparición forzada y homicidio agravado.
No eran entones inocentes pollitos como podría pensar un lector desprevenido, sino culebras ponzoñosas que trabajaban al servicio de Álvaro Uribe, el dueño del establo, que, con zurriago en mano, se hacía obedecer porque si no “le doy en la cara marica”. Y el marica no daba la cara sino que se iba a dar conferencias a Georgetown.
Uribe me recuerda mucho a Idi Amin, aquél dictador de Uganda que acostumbraba, literalmente, comerse a sus enemigos. Se comió de un bocado a Piedad Córdoba. Ha intentado tragarse entero a Daniel Coronell pero no ha podido. Hace poco le dio una dentellada al procurador Ordóñez. Y anda tras el hígado de la Corte Suprema.
Por eso los pollitos huyen, las ratas saltan del barco, las serpientes se enroscan en sus embajadas, las bestias tiemblan: todos le temen. Nadie quiere ser comido por ese animal político, animal mitológico, que pone huevos, monta caballos y espía, con oreja de lince, a todos sus contradictores.
Y en ese pánico colectivo el establo se salió de madre. Y cuando un establo se sale de madre la estampida arrasa hasta con el propio dueño. Por eso a las bestias, sapos, gallinas, lagartos, marranos, alacranes, micos, en fin, toda esa fauna con la que Uribe llenó al país, sólo le quedan dos opciones: o cantan en la Fiscalía como pollitos arrepentidos o se los traga el animal mitológico que los engendró.
Caricatura de Leo tomada de la versiòn virtual de la Revista Semana