VIA LIBRE

Posted: viernes, 26 de agosto de 2011 by Isaias Romero P. in
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CARTELES
Por Renson Said Sepulveda

En una ciudad con los problemas tremendos de Cúcuta hay muchas cosas serias de que hablar: el agua potable, los desplazamientos masivos de campesinos, el hundimiento de pueblos enteros, los crímenes semanales, las riñas callejeras que dejan como saldo niños inocentes asesinados, el pulso tenso por la pelea de tierras, el creciente número de invasiones territoriales, la apropiación indebida de dineros por parte de funcionarios a quienes se le ha confiado los destinos de la ciudad y el departamento, la inseguridad de las calles, el deterioro de la malla vial, la pobreza extrema.

Pero los cucuteños, con nuestro acertado olfato para lo grotesco, hablamos siempre de lo más estúpido: de las elecciones. Y digo estúpido porque las elecciones no son lo que la gente cree (una forma de participación democrática), sino el camino más corto que tienen algunos avivatos para extender sus negocios, decidir contrataciones y enriquecerse con dineros públicos.

Si ser alcalde o gobernador no fuera un negocio rentable nadie invertiría tanta plata en campañas, ni habría tantos muertos, ni tantas acusaciones recíprocas entre los candidatos enfrentados. Es un negocio, ya lo sabemos. Por eso, lo que hay ahora no es una campaña electoral a la alcaldía sino una carrera desenfrenada por apropiarse de ese negocio. Y, en esa carrera, en esa búsqueda hacia el poder, los candidatos caen en un cinismo ramplón que se nota en los carteles que anuncian sus candidaturas.

Dice Goyo Angarita: “Pongamos la casa en orden” y me parece que se está burlando de los cucuteños de manera descarada. Fue él, precisamente, cuando se creía conservador (ahora pertenece al partido de la U en ese natural travestismo político que rige hoy a los candidatos) quien puso la casa en desorden cuando fue Contralor y corresponsable por omisión de esa vagabundería que hoy se conoce como el “hueco de Bavaria”. No se puede “poner la casa en orden” desde un partido político que ha dado muestras de corrupción, en la que la mayoría de sus integrantes más selectos están en la cárcel por parapolítica y menos aún, cuando el espíritu que mueve su vida política y su campaña, es decir, Ramiro Suárez, ha sido condenado por asesinato. Goyo Angarita está rodeado de lo peor que ha producido la clase política de este departamento: Carlos Hernández, Efraín Torrado y Manuel Guillermo Mora. La casa que quiere poner en orden es una donde no caben los cucuteños sino sus compinches locales que estarían en serios problemas judiciales si Goyo no es alcalde.

Los otros candidatos fuertes a la alcaldía son Andrés Cristo y Donamaris Ramírez. Cristo anuncia en su cartel “Cúcuta avanza” y eso no es cierto: Cúcuta retrocede. Y está retrocediendo en gran parte porque el partido liberal (que era una fuerza progresista hace unas décadas) terminó pareciéndose a todo eso que criticaba. Cúcuta retrocede en la medida en que los candidatos avanzan. Y no sólo en lo moral, también la ciudad retrocede en lo político, en lo económico y en lo ambiental.

Si no se puede “poner la casa en orden” es porque Cúcuta no avanza. Y Cúcuta no avanza porque sus gobernantes no están hechos “para grandes cosas”, como dice el cartel de Donamaris con cierta ingenuidad. No se pueden hacer grandes cosas porque no hay grandes hombres. Sin embargo, uno de ellos va a ser alcalde, pondrá su casa política en orden, Cúcuta avanzará a favor suyo y habrá grandes cosas que hacer después de que la ciudad haya sido destruida por la natural voracidad burocrática de nuestros funcionarios.

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