PROHIBIDO OLVIDAR

Posted: viernes, 21 de junio de 2013 by Isaias Romero P. in
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Columna Vía LibrePor: Renson Said Sepulveda

Se cumplieron diez años del asesinato de Edwin López y Gerson Gallardo, estudiantes de la Universidad Francisco de Paula Santander que fueron desaparecidos, torturados y asesinados por un grupo paramilitar que tenía infiltrada la universidad. Un crimen que todavía hoy  duele en los huesos, que no fue denunciado por las directivas de la Universidad en su momento y que todavía sigue en la más asquerosa impunidad.

Fue en la época en que los paramilitares entraron a Norte de Santander con el beneplácito de la fuerza pública y el respaldo de muchos políticos y empresarios de la ciudad. En ese año, es decir, en el 2003, mataron a Tirso Vélez, Gerson Gallardo, Ramón Aníbal Díaz, Luis Humberto Rolón y Zaratiel Martínez.  Decenas de estudiantes y líderes comunales fueron condenados al exilio bajo amenaza de muerte. Un año después asesinan a Carlos Bernal en un plan pistola que buscaba el exterminio no sólo de los grupos de izquierda de la ciudad sino de cualquier manifestación política que cuestionara el proyecto uribista de paramilitarizar el país. 

Bajo el gobierno de Uribe se cometieron más crímenes que bajo el temido Estatuto de Seguridad en  los tiempos de Turbay Ayala. Y bajo el gobierno de Uribe el país alcanzó el segundo lugar en el mundo, después de Sudán, con el mayor número de desplazamientos forzados. El país se paramilitarizó y Norte de Santander sufrió una escalada de violencia sistemática que todavía hoy no cesa. ¿Actuaron solos los paramilitares? claro que no. Tuvieron apoyo de políticos y empresarios a los que les cabe una enorme responsabilidad histórica sobre estos hechos.

Mancuso confesó que pagaba más de mil millones de pesos mensuales a la policía para garantizar la colaboración de las autoridades en la zona petrolera del Catatumbo. Esa “colaboración” permitió el asesinato de más de 5.200 personas. 

Se sabe que Tirso Vélez fue asesinado por órdenes de Mancuso. Edwin y Gerson fueron desaparecidos y luego entregados a un comando paramilitar sindicados  de hacer activismo político de izquierda, como si eso fuera un delito. En el año 2009 La Opinión reseña la diligencia de “confesión de parte” de  un grupo de ex integrantes de la estructura paramilitar del Frente Fronteras de las Auc. El excomandante de dicho Frente, Carlos Andrés Palencia, conocido como “Andrés” o “Visaje”, señaló ante el fiscal 8 de la Unidad de Justicia y Paz que en la muerte de Gerson Gallardo participó de manera activa Óscar Andrés Delgado, quien acusó al estudiante ante los comandos paramilitares de ser integrante de un grupo guerrillero. Poco tiempo después Óscar Andrés es elegido alcalde de Chinácota.

Todo el mundo sabía que Edwin era un líder estudiantil que sus tiempos libres los dedicaba a la danza y a la escritura poética. Gerson era cuentero. El brutal deliro de los paramilitares llegó a su clímax cuando distribuyeron pasquines en la universidad amenazando de muerte a las mujeres que usaran pantalón descaderado y a los hombres que se dejaran el cabello largo y usaran aretes. 

La universidad fue un objetivo militar de las autodefensas. Con el pretexto de la persecución a grupos insurgentes han asesinado a lo mejor de nuestra juventud. Eso que pasó hace diez años está sucediendo en este momento en la Universidad Industrial de Santander (UIS), donde un grupo de encapuchados pegan carteles que expresan: “¡Castaño vive, la lucha sigue!”. Por eso está prohibido olvidar. Un pueblo sin memoria está condenado a repetir sus errores.

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