LA TRAGEDIA POLÌTICA DE GRAMALOTE
Posted: jueves, 23 de diciembre de 2010 by Isaias Romero P. in
foto tomada de Telesurtv.net
Vía Libre
Renson Said
rensonsaid.blogspot.com
Cada vez que hay una tragedia en Colombia los gobiernos acostumbran a realizar campañas de solidaridad. Aquí nos gusta mucho la Teletón, las donaciones, la camiseta blanca, todas esas cosas que los políticos se inventan para que la gente pueda sentirse solidaria al menos una vez en la vida, y de esa manera desviar la atención de los verdaderos responsables del desastre.
La destrucción de Gramalote no fue un castigo de Dios a un pueblo pagano, como dicen las iglesias para provecho personal. Tampoco fue un desastre de la naturaleza como repiten los periódicos para ahorrarse el trabajo de investigar las causas y encontrar responsables.
Lo de Gramalote fue una tragedia de hondas responsabilidades políticas. El olvido del Estado, por ejemplo. La falta de planeación. La ausencia total de una política de prevención de desastres. Todos los años es la misma vaina: el invierno inunda pueblos, destruye carreteras, produce deslizamientos, sepulta casas. Ayer leía en este diario que hace 44 años un alcalde había anunciado esta tragedia pero nadie le prestó atención. Desde entonces las fallas geológicas, la deforestación de las laderas de Gramalote sumado a la inclemencia del invierno y la falta de compromiso político por parte del Estado hundieron al pueblo para siempre.
Lo de Gramalote es la prueba más clara del olvido total del Estado. La tragedia de hoy es la acumulación de la indiferencia politiquera de 44 años en que los municipios son tenidos en cuenta sólo en época de elecciones. Ahora el gobierno local quiere darle a todo esto una solución de coyuntura: una Teletón, una campaña para sensibilizar a la gente, un comercial de televisión, un rosario a la Virgen, en fin, puras pendejadas. Pero nadie da soluciones de fondo. Todas las tragedias que ha tenido Colombia han sido anunciadas y se hubieran podido evitar si a los dirigentes políticos les hubiera dado la gana de socorrer a su comunidad: desde la tragedia de Armero, hace 25 años, hasta ésta de hoy, pasando por el terremoto de Popayán, son tragedias que eran de conocimiento público, pero a ningún gobernante se le ocurrió invertir en un plan de reubicación. Ahora vienen con la vagabundería de la Teletón para que nosotros tapemos el hueco que ellos dejaron abrir por ineptos.
Aquí la culpa no es de Dios, ni de la naturaleza. Las responsabilidades no son divinas sino humanas y tienen nombre propio. Los gramaloteros deben estar alerta para que en las próximas elecciones a ningún granuja se le ocurra hacer campaña política a nombre de la reconstrucción del pueblo. Fueron 150 años sepultados por la desidia, la indiferencia y la incapacidad de gestión de una clase política corrupta e inepta. Por eso la mayor tragedia para los gramaloteros no es la desaparición total de pueblo, sino el cinismo político de sus dirigentes.