OTRO SANTO CATÒLICO
Posted: viernes, 4 de febrero de 2011 by Isaias Romero P. inColumna de Renson Said en el Periódico La Opinión.
¿Por qué el Vaticano en vez de bendecir armas no prohíbe a sus fieles católicos que participen en las guerras?
Anuncia el Vaticano que el próximo primero de mayo el polaco Karol Wojtyla, Juan Pablo II, será proclamado santo. Se le atribuye el milagro de la sanación, inexplicable para la ciencia, de la monja francesa, Marie Simon, que sufría de Parkinson. A mí me parece que todo esto es una coartada burocrática para premiar al Pontífice por sus “servicios prestados”.
Porque efectivamente Wojtyla fue más útil vivo que muerto. Porque antes de ser un muerto grande fue un vivo (y un vivaracho) influyente en el mundo entero: exterminó el comunismo en la antigua Unión Soviética, aplastó a toda la izquierda polaca en oscura alianza con Ronald Reagan, beatificó a Pío IX (el mismo que hizo construir un gueto judío en el Estado Pontificio), para ganarse la simpatía de Israel y protegió, por encima de las doctrinas que él mismo predicaba, a obispos y sacerdotes acusados de pedofilia en todos los rincones del mundo.
Wojtyla respaldó, a través de sus obispos, la dictadura militar argentina. Cerró los ojos frente a los crímenes de Videla y Pinochet porque de alguna manera ese par de sátrapas colaboraban con la Iglesia asesinando ateos comunistas que entorpecían la expansión del dominio católico en América Latina. En una fotografía que le dio la vuelta al mundo se veía a Pinochet recibiendo la hostia de manos del Papa Juan Pablo II. Para recibir el sacramento de la comunión es necesario confesarse previamente. ¿Confesó Pinochet sus crímenes? ¿Es cómplice el Papa por no denunciarlo? ¿Por qué el Papa permite que un asesino comulgue sin confesión? Un obispo de la época, Victorio Bonamin, decía: “la lucha contra el comunismo es una lucha por la República Argentina, pero también por sus altares y es, al fin y al cabo, una lucha por la defensa de Dios, por eso pido el apoyo divino en esta guerra sucia en la que hemos sido involucrados.”
Y así como a Pío IX no se le recuerda por sus crímenes sino por haber proclamado la infalibilidad del Papa, es decir, la administración de la justicia y la fe en todo el planeta, así mismo Wojtyla no será recordado por sus fechorías a lo ancho del mundo sino porque una monjita asegura haberse curado de Parkinson gracias a su intervención divina. El argumento me parece estúpido porque nadie pudo salvar a Wojtyla del Parkinson que padecía para que ahora vengan a decirnos que después de muerto sanó a una monjita francesa que sufría del mismo mal.
Me parece estúpido el argumento pero no me extraña. La iglesia siempre ha canonizado a criminales amigos suyos. Por eso es que el Ratzinger actual lleva el mismo nombre de Benedicto XII y XIV que cometieron crímenes contra la humanidad y formaron parte de la Inquisición. O tal vez provenga de Benedicto XV, el llamado “Papa de la paz”, que fue el creador de los clérigos militares, haciendo posible que en todas las guerras y campos de batalla hubiera un cura animando a los soldados a morir por la patria y a esperar la recompensa en el cielo. ¿Por qué el Vaticano en vez de bendecir armas no prohíbe a sus fieles católicos que participen en las guerras? Porque también para la Iglesia la guerra es un buen negocio.
Hablé aquí de la Iglesia católica y sus podridos intestinos. Ya habrá tiempo para referirme a la Iglesia evangélica: hipócrita, oportunista (clasista) y politizada, que quiere mantener un bajo perfil mientras construye imperios con la plata de los pobres. Y como dice el viejo romance del prisionero: “Déle Dios mal galardón”