PUBLICIDAD PAGADA

Posted: martes, 30 de abril de 2013 by Isaias Romero P. in
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Por: Renson Said
via_libre19@hotmail.com

Se sorprende el concejal Pedro Durán Barajas de que el alcalde  haya publicado en el periódico un aviso engañoso, de página entera, atribuyéndose inversiones del gobierno nacional. Un aviso que pudo costar cerca de 20 millones de pesos (y que probablemente pagamos los contribuyentes)  para vomitar sobre la ciudad una sarta de mentiras. En la edición dominical los lectores pudimos ver al alcalde de guayabera, de ingeniero, de informal, de político. Un alcalde rodeado de los suyos que lo aman, que lo idolatran, que lo veneran. Porque, dicho sea de paso, por muy malo que sea un alcalde siempre hay alguien desajustado que lo idolatra.  Además, el alcalde utiliza una inteligentísima operación de hipnotismo político. No usa su encanto, que no lo tiene: esas cejas a lo Frida Kahlo, esos movimientos espontáneos de la cabeza y el hombro como hacen los cocainómanos. Esa mirada desorbitada del poseso. No: hipnotiza con la fuerza de la chequera, del contrato, de las maturrangas administrativas. De las migajas que les tira al piso a sus aduladores del micrófono.

Foto de Juan Pablo Cohen.


Donamaris sonríe, abraza, señala, observa, medita, coge el micrófono, se apoya en un ladrillo, en fin: este hombre hace de todo. Y habla de todo. Pero no dice nada. Y no hace nada. Donamaris, como Pedro Durán, es un político. Y la función del político es mentir. Por eso me sorprende que Pedro se sorprenda de que el alcalde mienta. A no ser que esa sorpresa sea una mentira y ahí uno ya no sabe si Pedro Durán está defendiendo a la ciudad o está en campaña política. También el alcalde en tiempos de campaña arremetía contra María Eugenia Riascos. Y ahí está Donamaris, sentado en la poltrona del poder, engordando como marrano de finca, mientras la ciudad se traga bocado a bocado todas sus mentiras y todos sus abusos: las 20 mil casas que prometió construir y que constituyó la base de su campaña. El sospechosísimo viaje a Brasilia que no dio ningún resultado. El aumento excesivo del impuesto predial. La arrogancia con el gremio de los taxistas que fueron tan importantes para su elección. La traición a mansalva de la promesa de reubicación en condiciones favorables a los vendedores informales. ¿Por qué carajos un político cuando es elegido se convierte en una persona totalmente diferente a la que conocíamos durante la campaña? La respuesta la dio Juan Manuel Santos: “solo los imbéciles no cambian de opinión cuando cambian las circunstancias”. Y para el candidato Donamaris las circunstancias cambiaron. Ahora es alcalde, y, por lo tanto, cambió de opinión sobre sus promesas electoreras. Y eso lo convirtió en un alcalde autócrata, patético, autista, ególatra, mitómano y hasta mitófago.

Un alcalde que cree que cambiando las cosas en un aviso publicitario cambia la realidad es un imbécil. Y un columnista (y candidato) como Pedro Durán que todavía se sorprenda de que esas prácticas existan, es un ingenuo. Sólo espero que ni Pedro ni el Alcalde me respondan con aviso clasificado.

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