Del Merequetengue
Posted: viernes, 3 de mayo de 2013 by Isaias Romero P. in
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Columna Vía Libre
Por: Renson Said
Todas las sociedades han consumido drogas desde tiempos inmemoriales. No hay cultura que no haya experimentado con drogas que, por lo general, son sagradas. Lo que pasa es que la marihuana es peligrosa para las autoridades: abre las mentes, eleva el espíritu, relaja el cuerpo. Y lo que se necesita son seres humanos que actúen como máquinas y no como ángeles.
Fumar hierba no es malo. Lo que es malo es prohibirla para que se formen organizaciones criminales que la trafican. ¿Por qué no existe el cartel de la aspirina? Porque la aspirina es legal. Sin embargo, en Estados Unidos mueren 25 mil personas al año por sobre dosis de aspirina. Hasta ahora nadie ha muerto por fumar marihuana. ¿Cuántos mueren por el consumo de alcohol? ¿De cigarrillos? ¿De hamburguesas? Sí, ya sé, la hamburguesa no es una droga, pero conozco muchos adictos a la comida chatarra cuyo promedio de vida es bastante corto en comparación con el que fuma hierba.
Fumar marihuana no debe ser un motivo especial de orgullo. Pero tampoco de vergüenza. Toda mi generación la ha probado: en la Universidad, en el trabajo, en las esquinas del barrio. Con las novias o los amigos. En las fiestas y en los paseos. Y de todas las formas: en papel de Biblia, en varillo corto, en varillo largo. Un amigo la fuma a través de una manzana y se le dibuja en el rostro la expresión del hombre que está inventando una manera de respirar por los ojos.
Yo he compartido muchas fumadas con amigos abogados, periodistas, comerciantes, arquitectos, sociólogos, artistas y gente del barrio. Con políticos no, porque se daña la traba. Y todos los fumadores que conozco son gente respetable.
Mi madre usa la marihuana con fines medicinales. Sería bueno que también la fumara: habría menos regaños, más carcajadas:
-¡Mijo, ármeme un varillo mientras le sirvo el almuerzo!
Sería del carajo. Pero ella no la fuma, la usa mezclada con alcohol para dolores musculares. Por eso creo que cuando un policía reprime con bolillo a un fumador de marihuana (o de merequetengue, como dicen los hippies de la avenida cero) es porque de alguna manera no soportan un dolor en la espalda.