La Era de la Hidra
Posted: viernes, 6 de septiembre de 2013 by Isaias Romero P. in
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Columna Vía Libre
Por: Renson Said
Parecen hijos de la misma madre. El uno tiene la lengua venenosa, el otro
es un volcán en erupción. Todo el mundo los odia. Sus artículos de prensa son
escopetazos. Sus declaraciones públicas destruyen reputaciones, derriban
estatuas locales y confrontan a la gloria municipal, al filósofo de
catecismo, a la cultura de viñeta. Es un monstruo mitológico, una hidra
de dos cabezas. Un escupitajo del diablo. El puño cerrado con el dedo del
corazón apuntando hacia arriba.
La ponzoña del vampiro. La pezuña del fauno sobre el asfalto. La asfixia.
La serpiente del paraíso, las manos de Caín, las plagas de Egipto, el semen de
Salomón, la sal de Lot, Sodoma y Gomorra; la trompeta de Jericó, el beso de
Salomé, las monedas de Judas, la llaga en el costado, el silencio oscuro del
cielo, el eco vacío en la tumba del redentor, la biblia de Satanás, el
apocalipsis de Macondo, la chalina que estranguló a Isadora, la cicuta de
Sócrates, el pez que fuma, la sobredosis de Hendrix.
Hijos de su misma madre. El uno es el cuervo de Poe, el otro es míster
Hyde. Son excluidos de todas las antologías, de los libros de historia, de los
festivales de arte, de los programas culturales. Son una vergüenza para la
moral pública, para las buenas costumbres, para la corrección política. Nadie
los menciona sino para desearles que hiervan en el mismísimo infierno, pero
ellos son el infierno: un desastre para el mundo, la piedra en el zapato
de las instituciones públicas. De los poetas y del poetariado.
Estoy hablando de que hoy llegan a Cúcuta Harold Alvarado Tenorio y
Gustavo Álvarez Gardeazábal, y apenas digo esto ya empezó a temblar la tierra.
La noticia produce un infarto en las redes sociales. Por la ventana veo caer
una lluvia de pájaros muertos, las flores se marchitan, el cielo se oscurece,
los curas de barrio se santiguan, el tiempo se detiene y se pudre en el sopor
de la tarde. Llegaron dos jinetes del apocalipsis. Las dos cabezas de la hidra.
Rómulo y Remo. Alvarado y Gardeazábal. Los muertos salen de sus tumbas, o
sea, de las oficinas públicas, de los centros comerciales, de las fábricas y
almacenes, laboratorios y aulas de clase. Los muertos salen a respirar el
nuevo evangelio, la nueva poesía, el nuevo café, porque se acaba el mundo pero
comienza la nueva era: la Era de la Hidra